Podría decirse que esta historia comienza hace más de tres años y medio, pero creo que pudo ser incluso antes. El verano de 2019 comencé una relación con mi pareja. Los primeros seis meses fueron “de película” hasta que un día, que recuerdo a la perfección, llegaron dudas. Dudas sobre si seguía queriéndole o si quería seguir con él. Lo increíble de estas dudas es que me asaltaron con un malestar tan intenso que no podía lograr calmarme de ninguna manera y empecé a compulsionar: busqué en infinidad de páginas webs las fases del enamoramiento, realicé test para comprobar si podía seguir diciendo que estaba enamorada y pregunté a varios amigos sobre que me estaba ocurriendo, tratando de buscar una respuesta. Este malestar no logró frenarse hasta que hablé con mi pareja ese mismo día y me tranquilizó.
Volví a mi casa tranquila, pero al día siguiente aparecieron de nuevo, buscaba la tranquilidad reasegurando con mi pareja mis sentimientos constantemente. Tenía gran necesidad de quedar con él muchas veces para comprobar cómo reaccionaba yo misma a su presencia, si un abrazo significaba lo suficiente, si tenía ganas de besarle, si me aburría o no, si el tiempo se me pasaba lo suficientemente rápido o no.
Esta situación siguió así durante seis meses, durante los cuales mi vida se basaba en comprobar y sufrir por no sentir lo que creía que debía sentir constantemente, me olvidaba de mis estudios, de mis amigos y de lo que me gustaba hacer. El confinamiento tampoco ayudó. Navegaba horas buscando que era lo que podía estar pasándome, casi segura de que lo que tenía era ansiedad hasta que descubrí “el toc del amor”.
Descubrirlo me asustó, la etiqueta de trastorno obsesivo compulsivo no me gustaba nada y no alcanzaba a entender qué compulsiones era las que podía estar haciendo yo, hasta que contacté con Fátima. Fátima ha estado a mi lado durante todo el proceso que comencé en junio de 2020. En la primera sesión me explicó concretamente en qué consistía la terapia de exposición con prevención de respuesta y con mucha motivación empecé el tratamiento todas las semanas haciendo tareas y observando como poco a poco como iba sintiéndome más tranquila con mis pensamientos, sin evitarlos, enfrentándome a ellos, sintiendo como el malestar era cada vez menor y la frecuencia también. El proceso no ha sido fácil. He tenido que entender el TOC y sus trampas (cosa que tengo que seguir haciendo) y he comprendido la infinidad de compulsiones que puedo llegar a hacer para evitar un malestar por pequeño que sea. Durante el proceso la motivación también me ha abandonado, porque el proceso no es lineal. Ha habido momentos en los que encontrándome mejor, con menos carga de pensamientos intrusivos, he logrado evitar muchas compulsiones, pero también ha habido momentos en los que no he seguido como debería las tareas y he caído en la trampa del toc, llegando a realizar muchas compulsiones y sintiendo de nuevo un malestar intenso.
Como mi proceso ha sido largo los pensamientos y las sensaciones han sido infinitos. He podido tener momentos en los que estaba completamente segura de mis sentimientos hacia mi pareja, pero dudaba constantemente de los suyos hacia mí, he evitado tener contacto con otros hombres que me podían atraer físicamente por miedo y también he sentido celos descontrolados respecto a chicas que podían acercarse a mi pareja, todo ello se trabaja en terapia. Todas las trampas del toc se analizan en terapia, pero lo más importante de todo es la exposición. Es imprescindible seguir con las tareas, sin presión, sin buscar la perfección, pero no dejando de hacerlas, poco a poco vuelves a ser tú. Descubres la cantidad de tiempo que has dedicado a intentar resolver dudas y que ahora puedes volver a dedicarte a ti y vuelves a tener una vida funcional.
Espero que pueda ayudar a la gente que lo necesite para que confíen en que pueden volver a tener una vida más allá de su obsesión. ¡Ánimo! Muchas gracias a Fátima especialmente.