Teresa – 22 años – A Coruña

Desde que tengo uso de memoria he sido una persona muy obsesiva y con preocupaciones constantes. 

Si bien es cierto que eso en sí no significa nada, a finales de 2020 empecé a tener pensamientos obsesivos de forma reiterada, llegando al punto de condicionar mi vida por completo. Desde no dormir, a dormir poco o a tener pesadillas con mis obsesiones y llegando a no tener ningún tipo de vida social ya que todo me generaba ansiedad y no era capaz de escapar de los pensamientos. 

Con mi experiencia me di cuenta de que uno de los problemas mas grandes que rodean al Trastorno Obsesivo Compulsivo es la falta de conocimiento de muchos psicólogos. La mayoría lo asocian a unos sintomas predeterminados, haciendo creer al paciente que lo que realmente le ocurre no es eso. Eso mismo me pasó a mí, que creía que tenía sintomas parecidos al toc pero no estaba segura. Sin embargo, el psicólogo que estaba viendo en ese momento me aseguraba que yo no lo padecía por no tocar los pomos de las puertas para asegurar que no pasase X cosa. Yo no sabía bien qué me pasaba, pero si sabía que el problema que tenía yo no se estaba solucionando con la terapia que estaba haciendo en ese momento. 

A raíz de esto, de mucho indagar y de ser consciente que era muy probable que tuviese toc, empecé a buscar a psicólogos que pudiesen ayudarme de verdad y 

entendiesen por lo que estaba pasando, y de esa forma encontré a Fátima. 

He de decir que mi terapia fue muy larga y a menudo me comparaba con testimonios de gente que en pocos meses ya había logrado estar bien. Dudé de la terapia y de mí misma innumerables veces y recaí otras tantas. Veía mejoría y de repente volvía a estar en el punto inicial. El camino hacia la recuperación se puede hacer muy largo, incluso eterno, y sobre todo, muy frustrante. Pero al final el trabajo y la constancia dieron sus resultados y me di cuenta de que no tenía que ser mi mente la que controlase mi vida. 

También he de admitir que además de la terapia, los antidepresivos me ayudaron muchísimo al principio a tener la fuerza necesaria para poder enfrentarme a mi mente y a ese miedo constante con el que vivía. Me dieron el empujón que necesitaba y me ayudaron a retomar mi vida y a tener miles de momentos felices mientras tenía TOC. 

Desde luego que mi mente me hizo creer millones de veces que yo no estaba mejorando, sino que estaba bien porque tomaba medicación, y si no era la medicación era la terapia que no funcionaba, o la terapia si funcionaba pero conmigo no porque lo mio no tenía “cura”. Son cosas que hoy en día me hacen reír porque veo todo lo que intentaba mi mente para mantenerme enganchada a esos pensamientos y a ese sufrimiento, asociándolo con una zona de confort de la que no debía salir. 

Sin embargo, puedo decir que hoy en día, dos años y medio después, soy más feliz que nunca y que todos los miedos que tenía tampoco se cumplieron.  Sigo teniendo pensamientos de vez en cuando, ya que pensamientos intrusivos tenemos todos, tanto los que tienen toc como los que no, pero tengo las herramientas  necesarias para dejar que no me afecten y ser consciente de que los pensamientos no dejan de ser sólo eso.

Decirle a cualquiera que necesite oírlo que tenga paciencia, que sea constante con la terapia y con la EPR y que, a pesar de que el toc es un sufrimiento muy solitario, que no pierda la esperanza y pida ayuda siempre que la necesite porque es algo que tiene solución y se puede volver a ser feliz.